Buenas noches humanos y miscelánea fauna intergaláctica y/o dimensional, os saludo desde el cómodo interior de mi pijama gris. Me encuentro escribiendo a estas horas porque el día de hoy se me ocurrió ignorar el bien sabido hecho de que el té también tiene cafeína, por lo que me permitiré atormentarlos con mis desvaríos, necedades y otras tantas incongruencias tantos lógicas como gramaticales para que encuentren fresco, horroroso y cáustico material en la mañana -oh soy un santo-.
¿De que os hablaré en esta noche tan singularmente húmeda y fría -osease hermosa para mí-? Podría ser de mis múltiples locuras concernientes al lenguaje; que la extinción de las palabras os y vuestro en nuestro dialecto son de los más estúpidos atentados contra el idioma hablado, o que me sentiría mucho más cómodo si el castellano tuviera mejores maneras de indicar el vocativo y así evitarnos molestias al hablar como confundir "¿Quieres té negro?" con "¿Quieres té, negro?".
Posiblemente también os pueda hablar de la manera en la que la abrumadora popularidad de los vídeos sobre personajes cayéndose de borrachos me ha alentado a declararme extinto en el país y mudarme a un lugar muy muy lejano (la Antártica, los Cárpatos y el reino perdido de Buthan están entre mis principales opciones por el momento, justo después del imperio subterráneo de la gente verde). Creo que estoy exagerando, aunque en todo caso esa exageración y amargura me dice que necesito urgentemente un retiro espiritual.
Pero esas son nimiedades comparadas con el hecho de que -suenan trompetas- ¡Me he puesto finalmente en contacto con mi ornitorrinco interior! Mamadas. Bueno no. Tenía que escoger un ente ancestral o prehumano y sinceramente el ornitorrinco no sólo es más cool, también es más divertido. A lo que me refiero es creo haber cortado finalmente el cordón umbilical con la humanidad. Después de enagenarme con tres videojuegos cuyo objetivo es matar humanos -ya sea con enfermedades pandémicas, zombies o torres controladas por orcos, fantasmas y demonios-, finalmente llorar en la escena de Hellboy 2 en la que matan al elemental y deprimirme abismalmente cada vez que pienso en lo que le pasará a los pobres árboles cercados de "Polnaco" he llegado a la conclusión de que si llega una especie de apocalipsis extermina-humanitos seré más que feliz.
Es por eso que he resuelto mis diferencias con la involución humana y decidido convivir armónicamente con ella por cuestión de intereses comunes.
Pssst... Canibalismo♥.
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