viernes, 3 de diciembre de 2010

La Ciudadela Amarilla

Puesto que estamos un año mas cerca de el famoso 2012 (yupi), he dedicado esta poesia a uno de los escenarios posibles: los "moridos" levantandose de sus tumbas.
En parte tambien por otras tantas cosas mas embriagantes a los sentidos y con una fuerte influencia de la esplendida saga del Abhorsen que apenas terminé de leer, la Ciudadela Amarilla es la historia de un navío titánico que protege al último vestigio de la humanidad.

Habrá una isla sobre el mar,
fulgurando en destellos de oro,
con siete torres para cuidar
del fétido recuerdo del añoro.

Habrá una isla, sol vagabundo.
De siete fondos sobre el Caribe,
huyendo del desierto mundo
que negra podredumbre exhibe.

Habrá un tesoro navegante
Para que el soñador no sufra.
Cuando el despedido, conciente
Con su seca garganta bufa.

Protegida en sus tres costados,
por muralla de azul cristal.
Por muro y fosa nunca ingeniados,
Para olvidar el miedo, el mal.

Veanle ya vacías las cuencas,
ahora incapaces de imaginar.
Veanle de sangre sedientas,
sin poder por el agua caminar.

Palacio del alba y del ocaso,
ruina de la tierra moribunda.
De dioses olvido, si acaso.
Y de condenados falacia inmunda.

Musa vestida, de negro y carmín
eterea y recervada mujer prohibida
A mi amigo el nicromante ruín.
Que no será ella de tus huesos vida.

Fue del glauco caballero juramento,
proteger en la ciudad a la reina.
Y no habiendo nunca impedimento
su vigilia se torno en vaina.

Hijos de la sangre regresen
a estos paraisos corruptos.
Y esperanza sembrando expresen
al ser que abandone sus lutos.

Que la brisa y la distancia
te protejan del cuervo,maravilla
Y que por ti se derrame el ansia
Por ti Ciudadela Amarilla.

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