sábado, 4 de febrero de 2012

Dios existe

Resulta que, no hace tanto tiempo, Su Ominencia estaba pasando por el penoso proceso de quitarse su amada mugre de encima cuando le llegó una mística revelación. Para facilitarles la tarea de entender mis debrayes internos -y hacerme más fácil el poner en forma escrita dichas cavilaciones- lo explicaré como un diálogo entre "Brujo 1" y "Brujo 2":

-Brujo 1: ¿No le parece, Su Ominencia, que, en todo lo que existe y posee cierta variedad, hay cosas que son excepcionales y cosas que son, a falta de un mejor vocablo para describirles, simplemente mediocres?

-Brujo 2: Efectivamente, mi muy amado yo mismo. El dualismo entre lo ordinario y lo extraordinario puede ser justamente aplicado a una gran parte de lo que tiende a existir.

-Brujo 1: Y, en aquello que se muestra homogeneo, se asume que la falta de esta binariedad puede hacer que el todo sea tanto mediocre como excepcional, según convenga a quien lo razona,¿verdad?.

-Brujo 2: No me atrevería a negar tan brillantemente enunciada afirmación.

-Brujo 1: ¿Entonces podemos asumir que la mediocridad está extendida de una manera universal y es por tanto onmipresente?

-Brujo 2: ¡Precisamente!

-Brujo 1: Ahora; puesto que al individuo imaginario llamado Dios se le atribuye la facultad de ser omnipresente ¿Podríamos seguir buscando puntos en común entre éste so llamado Dios y la mediocridad?

-Brujo 2: Sin lugar a dudas. Si lo aplicamos a la humanidad podríamos decir que la población mediocre tiende a odiar aquello que desobedece sus ridículas normas de supuesta moralidad. De alguna manera lo exilia de su gracia y lo toma como adversario.

-Brujo 1: No vayamos tanto al aspecto negativo. ¿Nota como acogiendo a la mediocridad en nuestros corazones, como una condición que no puede ser cambiada y es inútil combatir, es más fácil amar a aquello que conforma el grueso de la población? Después de todo, así como no puede haber luz sin obscuridad, tampoco podría existir lo excepcional sin lo común. En un sentido poético, el tal Dios sí es amor -o por lo menos ayuda a cultivarlo-.

-Brujo 2: Lo que ha hablado no puede ser más cierto. Una vida en la que se acepta la mediocridad ajena y que los demás no pueden trascender, se vuelve una vida sin preocupaciones banales que carecen de sentido. Es aceptar que hay algo incambiable y que por amor a uno mismo conviene dejar por la paz. Sin embargo, la grandeza derivada de elevarse sobre seres corrientes es sólo relativa. No debemos olvidar que decir que algo es insignificante no nos vuelve más grandes.

-Brujo 1: Pero debe admitir que ciertamente ayuda a edificar una saludable vanidad.

-Brujo 2: Eso sin duda. Concluyamos entonces que Dios y la mediocridad son sumamente parecidos y, por tanto, no sería muy alocado llamar a ambos verdaderos si asumimos que son la misma cosa.

-Brujo 1: ¿Seguiremos sin venerarlos?.

-Brujo 2: Absolutamente.


En resumen, soy un patán superfluo y ególatra que no se preocupa -ni se quiere preocupar- por su sociedad, seguiré diciendo "Salve Satanás" frente a las iglesias y viviré hasta una muy avanzada edad con un hígado excepcionalmente saludable.

1 comentario: