sábado, 17 de noviembre de 2012

Estúpido amor

Si alguno de ustedes sospechó que mi falta de actividad por aquí se debía a un fenómeno bien conocido y documentado al cual se alude como enculamiento, pueden regalarse un pastelillo, porque estaban en lo completa y absolutamente correcto. Que esté escribiendo ahora, sin embargo, no denota ningún cambio en tal estado; más bien se debe a que, de una manera u otra, necesito algún lugar donde descargar la frustración que deriva de mi condición de (me da nauseas la palabra) enamorado. Yuck.

Hay varias razones por las cuales esto resulta problemático. La primera (y eso sólo porque es la que inmediatamente me vino a la mente) es que no estoy seguro desde hace cuanto. Podría ser desde hace cinco años, podría ser desde hace tres o podría ser desde apenas el mayo de éste. Esta incertidumbre se debe a las múltiples referencias a lo largo del tiempo transcurrido. Para dejar el asunto en peritas y manzanas y que resulte fácil de entender (tanto para mi como para ustedes) digamos que el individuo (sí, es un "el") me gusta desde hace 5, me dejó de caer en el hígado hace 4, me dí cuenta de que lo quería hace 3, estoy consciente de que me prende cabronamente desde hace 2 1/2 y me trae perdidamente enculado desde hace 7 meses.

La segunda es que algo bien conocido sobre mi se volvió problemático en un aspecto moral; mi maldad, mi perfecta, sublime, soberbia y gloriosa maldad es ese algo, y resulta curioso que, de la nada, haya empezado a hacerme cosquillitas en ese lugar otrora extraviado de mi psique llamado remordimiento. Soy una persona horrorosamente culera, y fui horrorosamente culero con mi personito, y ahora que finalmente entró en una fase de ignorar a Brujo cuando antes dificilmente se me despegaba, me doy cuenta de que mi antaño idolatrada perfidia ha convertido a mi persona en algo más bajo que los piojos que ahora infestan a las ratas que ahora infestan mis departamentos.

Aunado a esto, la tercera razón por la cual es un problema es que ya no sé que hacer para solucionar el distanciamiento. Intento ser la criatura encantadora que en ocasiones he logrado sacar a pasear, pero finalmente sólo termino por empeorarlo todo aún más haciendo algo cuya infamia ridiculiza todas mis pequeñas villanías.

Soy, en resumen, una madeja de confusión deprimida. A veces la culpa sí es muy intensa, sí me pega y sí me hace sentir como algo vil y despreciable que debería abandonar el planeta antes de intoxicar con su presencia los mantos acuíferos, derretir los polos con su acre aliento o extinguir otra ave tropical con su fulminante mirada. Y llega el momento en el que me pongo cursi, y ridículo y digo sandeces que rayan en lo memorable. Amar es ser incapaz de lastimar al otro sin lastimarse a si mismo... así de grave estoy.

Por el momento los dejo. Ojalá y no me entren unas ganas locas de beber blanqueador en el transcurso y los pueda volver a entretener con mis cuitas.

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