domingo, 14 de noviembre de 2010

Proto-proto-proto...¿logo? 1

Esto, criaturas y criaturos, es una história relacionada a lo que yo espero sea mi novela, una especie de prólogo, aunque uno bastante alienado de esta, con poca y ninguna influencia sobre los acaeceres de la Guerra de Acero y Piedra. Espero no lo encuentren soporífero(aunque sería genial si les causara algún malestar estomacal):

...
-Digame señoría ¿Como es que este bello espécimen llegó a sus manos?

-Es una larga historia señor censor, bastante interesante de hecho- respondió el Duque de Sthibris, con esa voz zumbante típica de las máquinas.

Procedió el Duque a tomar aquel objeto de admiración y colocarlo sobre la mesita de "té" para que los invitados puedieran observarle mejor. Los suspiros resonaron en el palacio, acompañados por los chirridos de el mal aceitado pulmón de la Condesa de Rham.

Era algo hermoso sin duda alguna, de un color azul turquesa inconcebible en
Aenthis-Ryal. Sus frágiles alas se movían acompasadamente, reflejando colores diferentes mientras lo hacía, figurandosele a los ahí presentes de una manera similar a la que solo habían observado en el aceite derramado.

Sthibris se dedicaba a sonreir mientras sus huespedes estaban absortos contemplando la hermosa criatura. Si, le había costado una fortuna, pero la admiración de aquellos personajes era suficiente recompenza. En su vida solo se había dedicado a maravillar los ojos de todo aquel que le rodeaba, sus pocas obligaciones como un noble crío le daban el suficiente tiempo para construir artificios sin mas utilidad que agradar al ojo. Joyas hechas de materiales corrientes que similaban la belleza de las verdaderas, complejas maquinarias que realizaban hipnoticos y fascinantes movimientos, pinturas que cambiaban mientras eran contempladas, todo habia sido ingeniado por él. A todo le faltaba algo.

Un apasionado por la belleza en la región más desagradable del mundo era una verdadera lástima. Si sólo hubiera nacido del otro lado del Mar de Rashni su talento tendría para este momento proporciones divinas, tutelado por los unicos mortales capaces de cocebir la perfección. El no conocía el mundo más allá del oceano o los volcanes, Aenthis habia sido la única inspiración que el habia tenido. Lo entero era algo que los Aenthis no conocían, estaban malditos desde hacia miles de años para no poder conocer la plenitud.

La mariposa que ahora revoloteaba dentro de la cúpula de cristal, por otra parte, era un ser completo y maravilloso. La plenitud de su existencia parecia transmitirse por osmosis a su supuesto dueño. Sus mas recientes creaciones reflejaban esto, su superioridad sobre las anteriores era evidente. Si, eran fascinantes...pero tristes.

Como cuando no podemos evitar el antojo una vez que probamos una golosina, asi se sentía él.

Regresó a la realidad.

-Como les estaba diciendo, esta tiene una historia muy interesante...

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