jueves, 21 de abril de 2011

Nez, je t´aime

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.

Escribo tras haber sufrido una terrible humillación, o mejor dicho, mi nariz ha sufrido una terrible humillación. Esta soberana mole de cuerno humano se ha visto reducida el día de ayer a no más que la trompa de una minúscula musaraña.

Explico. Ayer me ofrecí para acompañar a mi querida progenitora al aeropuerto para que tomara su vuelo a Excremento, perdón, Sacramento.

Estaba yo curioseando una tarjeta de visa en un estado intermedio de aburrimiento, agriedad y nausea -esta última causada por el endemoniado techo de la terminal 2-, por lo que me decidí apoyar en los barrotes metálicos, cuidándome de los toques con la manga de mi sudadera, para ver a las personitas que pasaban por debajo de la plataforma y entretenerme un rato.

Habiéndoseme pasado un poco las nauseas pero no el aburrimiento, me volteé para ver si algo interesante había pasado en el tiempo que pasé contemplando el piso.Y oh sí.

Si, como en Futurama, alguien quisiera hacer negocio vendiendo las narices humanas como afrodisiaco, se volvería millonario con ese monumento. La admiración llegó como un PacMan tras haber comido una esfera especial, ahuyentando los fantasmitas del aburrimiento, la agriedad y las nauseas como por arte de tecnología alienígena, perdón, magia.

Ocultando un poco (muchisimo) mi asombro, me dirijí a mi monserga de hermano sólo para decirle que ya no me podía molestar por narizón -que dicho sea de paso, al mocoso le cuelga de la cara algo idéntico a lo que tenía Lord Gaga antes de la rhinoplastia-.

¡Y es que no era sólo una, sino tres! De hecho me esta costando mucho trabajo averiguar como con mi rhinosexualidad no se hayan roto unas reglas del dimorfismo sexual humano y me diera un orgasmo múltiple, vaya, ni siquiera uno espontaneo.

Chica, chico, chica. Uno de los pocos estímulos que pueden desmoronar mi persistente falta de líbido es una nariz larga y bonita, y una vez que se rompe la barrera de la asexualidad del Brujo Malo llega el fenómeno inexplicable de que me puede gustar lo que sea.

En fin, mi madre se fue a tomar su avión y yo me regresé a casa, ahora con el terrible vacio existencial de mi mediocre nariz.

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