lunes, 4 de julio de 2011

Que todo lo ve...

Nope, lo siento, esto no va a ser un aborto de ensayo. Se los digo de una vez para que luego no intenten lincharme mientras gritan "Brujo, nos has traicionado".Por el momento no estoy de humor para atender turbas enfurecidas.
En caso de que alguien extrañara mis intentos de cuento, creo que esto es una buena noticia; para quienes los odian, creo que me divertiré de lo lindo atormentándoles.
(Por cierto, el cuento SÍ tiene título, es el del post)

-Por haberme humillado, de ahora en adelante cargarás con la maldición de no poder reconocer el verdadero amor.-dijo la anciana mientras se sacudía el cemento de su enchinchado rebozo.

La chica a la que se dirigía, por su parte, se le quedó mirando con una rostro de fastidio bien justificado. Sinceramente, aquel fósil andante había tenido la culpa de todo; desde no fijarse en el letrero con grandes letras rojas de "no pisar", hasta provocar con su histeria que el sacarle del cuadro de cemento fresco en el que se había atascado terminara en un aparatoso espectáculo que involucrara dos patrullas, un camión de bomberos y un cacofónico concierto de bocinas alentado por el "cuello de botella" que había causado por ineptitud para estacionarse de los conductores de los vehículos oficiales y -posiblemente en mayor medida- de la gente morbosa que se deleitaba con la ridícula escena.

¿Pero de qué era ella culpable? En caso de preguntarle a un ser supremo omniciente y justo, la respuesta sería la misma que la de ella: le dijo a la vieja que tuviera cuidado con el cemento, cosa que la señora seguramente interpretó como "no tenga cuidado, usted siga caminando como un sonámbulo descerebrado, al fin no pasa nada"...al quedar atrapada la anciana ella intentó ayudarla a salir y, cuando vio que no podía, decidió llamar a la policía.

Si tan sólo hubiera proseguido con su valemadrista existencia, deslizándose espectralmente por las húmedas calles de la ciudad mientras iba a la tienda para surtirse de los vitales café, chocolate y tabaco, importándole poco si la ambulancia que se oía a lo lejos iba por un gordinflón sufriendo un ataque cardiaco o por un mocoso recién atropellado. Oh, si tan sólo no se hubiera despertado de tan buen humor, si tan sólo el paradisiaco clima veraniego no la tuviera sonriendo como demente de filme barato...hubiera sido un día tan diferente.

El que no tuviera nada importante que hacer en el día no le daba derecho al universo -o ser supremo antes mencionado- de enviarle un evento que despilfarrara de manera tan atroz su tiempo, paciencia y fe en la humanidad.

Moraleja de la historia: la próxima vez que una estúpida anciana esté a punto de quedar atrapada en el equivalente urbano de las arenas movedizas, no molestarse por prevenirle o ayudarle.

Y en cuanto a la maldición, sinceramente poco le espantaban esas cosas a esta edad en la que se logra finalmente entender por completo a lo que se refiere la gente cuando dice cuentos para niños.

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