miércoles, 25 de agosto de 2010

¡Oh decepción!

Hasta el día de ayer, la relación entre el Wal Mart de Buenavista y mi familia era como un noviasgo poco noble. Habiamos perdonado sus faltas y este habia ignorado las nuestras (romper la mercancía accidentalmente).

Las cajas "rapidas" (mas lentas que las normales), la decepción producida cuando los articulos mas apetecibles carecian de codigo de barras, los shampoos "ordeñados", los sanitarios que carecian de papel higienico y hasta la escurridiza fauna que se escondía al grito de "¡cucaracha!", no habian significado una molestia tan monumental como para dejar de comprar ahi.

Y asi hubiera seguido de no ser por un error en la farmacia, tan ridiculamente tonto que resulta inefable al carecer nuestro idioma de palabras mas poderosas que "pendejisimo"...

Todo empezó desde hace una semana atras, cuando me dí cuenta de que se me estaba acabando mi antibiotico, algo que usualmente significa estornudos pestilentes y volcanes en mi protuberante nariz.

Con esos curiosos padecimientos como recordatorio, en cuanto entramos al autoservicio supe lo que debiamos comprar. Asi, tras surtir la despensa, llegamos a la farmacia y solicitamos el medicamento. Despues de un pequeño "display" de ineptitud por parte de los empleados, nos entregaron la cajita, de una marca que no me dió muy buena espina cabe aclarar, y regresamos a casa.

Pasaron unas cuantas horas, proseguimos con nuestra calmada existencia y, ya en la noche, abrí la caja para tomarme mi píldora. Imaginen mi cara (vamos, no tengan miedo), ahora imaginen mi expresión de furia, ponganlas juntas y tendran una version "light" de mi rabia al ver que la dichosa cajita solo tenía 12 tabletas. Bueno, esa fue solo la primera parte. Lo que le siguio al constatar que lo que esta contenía era un medicamento 5 veces mas barato fue algo solo equiparable a la Titanomaquia y a un cataclismo nuclear juntos.

Y asi al grito belico de "¡Pinches rateros!" fuimos a la velocidad de la demecia colectiva rumbo a la "futa" tienda, solo para encontrarnos frente a un escritorio de "Servicio al cliente" (hipócritas) hasta la madre. Solucionados los problemas de los demas clientes, que a excepción de un señor con una bateria de auto no parecían tan graves, llegamos con el encargado (que se quedo con cara de "oh mierda") y le explicamos nuestro problema de una manera tranquila y civilizada.

Viendose incapaz de resolver el problema llamó al subdirector de farmacia, quien argumentando que despues de hablar al surtidor no habian encontrado la causa del problema. En mi opinión se estaba haciendo como Alejo, ya que el medicamento que venía nisiquiera era del mismo laboratorio, dah.

Bueno, llegó la artilleria pesada (mi papá) se dió un remedo de dialogo con el gerente que termino en negociaciones semi-hostiles, todo el mundo se enteró de la transa y el director de farmacia (con quien se debio haber aclarado el asunto) jamas apareció.

Asi, con 260 pesos perdidos, mis queridos progenitores enfuriados y conmigo detras de una computadora que todavia funciona con bulbos, empiezo a recordar mi antiguo grito de protesta, iniciado por culpa de una fuente defectuosa, porque esto:
¡Es un fraude!,¡Es un fraude!,¡Es un fraude!,¡Es un fraude!...

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