lunes, 30 de agosto de 2010

Responde

Bueno, bueno, tengo que admitir que soy un mil-musas, y que cada poema que he escrito tiene por destinataria a alguien completamente diferente. Claro que no debe extrañar cuando se trata de alguien tan irremediablemente inestable como yo, aunque no sea excusa.
En fin, a la señorita cuyo nombre ostenta mi fantasía:

¿Qué espero?, ¿Tenerte cerca cuando la luna llore cual tejo?
¿Sollozar a tu lado los relatos de cada vez que crucé el Estigia?
¿Reírle a tu infortunio esperando el golpe de tu mano tersa?
¿Quedar saldado con el destino para mofarme con el de mi ayer?
¿Será que la música es amante del alma, y esta , lasciva,
busca a alguien mas para deshacer por siempre el lecho?
Si así es,¿extrañarse es correcto al saber del incomodo
a la voz temprana?

¿Qué responder? ¿Qué te beso porque la mitad del fruto agrio
solo logró acrecentar la soledad?¿Serán idénticas la gemela
y la mitad?,¿Será la gemela la eterna suplica del sentir?
¿Posible es que tras tu máscara de franqueza y la mía de liviandad
se encuentre aquello que en el inmemorial se separó con sadismo?
Y en esta confusión me pregunto ¿tras tu faz de luna gris
se esconde la carne verde que sobre el barbudo sirviente vuela?

Afirma, para poder repetir las palabras del alma viuda:

“Permanece a mi lado cuando se apague mi luz
Y la sangre se arrastre, y mis nervios se alteren
con punzadas dolientes, y el corazón enfermo
y las ruedas del ser giren lentamente…”

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